Crónica de un deseo en el Pabellón de los Sueños…

Crónica de un deseo en el Pabellón de los Sueños
Por Alicia Sáez para Fallas VLC          

17 horas por la V-30. En mi cabeza se agolpan un montón de pensamientos. Lo primero, no llegar tarde.  Recojo micro y enfilo: destino Fonteta, mientras pienso que el año pasado iba vestida de valenciana y con esa sonrisa que inundaba toda mi cara. Hoy vuelvo con micro, cámara en mano e ilusión, mucha ilusión… pero es diferente. Y lo es, porque ahora lo veo desde otra óptica, desde otra posición y otra sensación me embarga, la que produce vivir ese instante desde otra perspectiva. Ahora soy yo, la que va a contar en primera persona como mis compañeras, ahora candidatas y algunas, ya amigas, van a vivir ese instante tan emocionante para ellas y, como no, para el mundo fallero y eso me inunda de intensidad y me llena de responsabilidad, a partes iguales. Ahora sí, noto como mis constantes vitales se alteran. Aparco y retrocedo en el tiempo, al momento en el que yo como participante y protagonista del acto, llegaba a Fonteta, con los nervios a flor de piel.

¿Lo llevo todo?. Cámara, tarjeta SD, baterías, móvil cargado, micro, trípode, acreditación… nervios (me toca contarlo). De repente, todo parece detenerse a mi alrededor, como si a cámara lenta la realidad se tornase más propia del mundo de Alicia en el País de las Maravillas que del día de la elección de la Corte. Me acerco a la puerta donde se concentran las candidatas, vuelvo a recordar justo el instante del año anterior en el que era yo la que llegaba con nervios, prisas pero llena de ilusión y me relajo, ahora debo contar lo que piensan las candidatas de este año, como lo viven y lo sienten y debo ser imparcial, la ocasión lo requiere. Pienso en mis favoritas, tanto infantiles como mayores, pero no puedo decantarme, mi corazón piensa una cosa, pero mi cabeza otra. Sigo adelante. Se palpa en el ambiente fallero la ilusión ante la inminente llegada de ese ansiado momento en la noche de los deseos en el Pabellón de los Sueños. Miro a mi alrededor y todo parece acelerarse por momentos, carreras sin dirección,  comisiones que muestran a sus candidatas en sus pancartas, globos de diferentes colores que despiertan una sonrisa en mi cara, revistas con las representantes y los falleros y falleras haciendo sus quinielas, abrazos de germanor fallera, de unión, de alegría por vivir un día tan especial para todos.

Mientras tanto, se suceden los reencuentros falleros en un día tan especial. Mi cerebro vuelve a traicionarme y me traslada de nuevo al mes de septiembre pasado. Recuerdos compartidos con otras candidatas -hoy amigas-, de nuestro paso por ese mismo escenario en el que disfrutamos de una noche mágica, llena de ilusión, alegría y sentimientos. Y pienso… que suerte tenemos los falleros y falleras que conseguimos que la pasión por nuestra fiesta tenga esa capacidad de unir a gente tan dispar. Así, volver a ver a Ana, Marta, Inés, Andrea…y decirnos con la mirada, “sí, yo también he sentido ese cosquilleo al volver a entrar en Fonteta” es una sensación que une todavía más.

Hablo de esa capacidad tan nuestra de revivir momentos tan especiales pero ahora encarnadas en el rostro de otras personas, candidatas y amigas. Es, sin duda, un momento mágico, ese instante tan especial en el que se disparan todas las emociones a un ritmo casi imposible de controlar. De nuevo, mi cerebro me traslada al momento en el que recuerdo como entrevistaba a las candidatas de este año en el Museo de las Rocas justo este pasado mes de julio, poco después de haber pasado el corte de su sector y, de nuevo, vuelvo a pensar en aquel momento en el que era yo la entrevistada, justo un año antes. Ilusión, nervios y mucha alegría por tener la posibilidad y el privilegio de vivir un momentazo así. Ahora, lo veo desde otra perspectiva y tengo la necesidad de vivirlo con la misma intensidad, de contarlo a los demás, de disfrutarlo por igual a través de la mirada intranquila del resto de candidatas aunque ahora juegue con ventaja… sé lo que piensan y eso es muy importante a la hora de transmitir sosegadamente a los demás lo que ellas están viviendo y disfrutando, hoy. Es mi responsabilidad.

Sin duda, volver a ver al jurado que decidió aquella noche de principios de otoño para compartir con ellos los recuerdos que siempre nos unieron, me facilitaba mucho las cosas para proseguir con mi paseo por este Pabellón de los Sueños y, justo en ese momento, es cuando veo aparecer a Raquel y a su Corte, mientras suben majestuosas las escaleras, llenas de emoción y sentimiento, al volver al lugar donde también para ellas, todo comenzó. Emocionante.

Pienso que la elección a Cortes y FMV cierra un ciclo de esperanzas y sueños cumplidos, pero también de despedidas impregnadas de cierto tono de tristeza, la que marca no haber podido alcanzar ese sueño tan deseado. Sin duda, es una noche agridulce aunque con el tiempo te das cuenta que eres una privilegiada por haber tenido la oportunidad de vivirlo. Sólo, el paso del tiempo y la perspectiva de verlo desde otra óptica te permiten pensar con alegría y plenitud, la enorme importancia de haber sido partícipe de un momento tan especial. Con toda esta mezcla de sentimientos, es imposible que no se me escapase una lagrima al escuchar las palabras de nuestra querida Clara. Y, es que, toda la pasión con la que nos ha representado, explotó en un instante de ternura en el que todos deseamos abrazarla con todas nuestras fuerzas y cariño y La Fonteta así se lo mostró, rompiendo en aplausos el silencio maravilloso de un momento único.

Y que decir de Raquel, sinónimo de elegancia y saber estar, que con maestría y serenidad supo consolar en cada momento a Clara, con una complicidad única y un sentimiento mutuo inenarrable. Fue el momento justo en el que ella dijo, “junts molem més” asaltándome que eso era, más o menos, lo que ponía en la pulsera que nos había regalado el jurado el año anterior lo que, de nuevo, me hizo emocionar. Y, es que, es cierto… la “germanor fallera” hace más grande nuestra fiesta y nos une en un sentimiento muy especial. Pero como cada historia, todo cuento llega a su fin y Raquel y Clara serán siempre nuestras máximas representantes del 2017, algo que ya nadie les podrá quitar. ¿Serán conscientes de que siempre serán recordadas por ser las Falleras Mayores de Valencia el año en el que las Fallas fueron proclamadas Patrimonio de la Humanidad?. Vértigo me da, sólo pensarlo, porque para los falleros y falleras, esto es lo más cercano a la inmortalidad.

Aprovecho el descanso para dar una vuelta al ruedo, saludos, abrazos, más reencuentros y más recuerdos vividos. Es el momento del desfile de todas las candidatas ante la atenta mirada del mundo fallero. Y retrotraerme a ese mismo instante en el que entre bambalinas se escuchaban tacones a correprisa, comisiones a viva voz que animan y jalean “guapa” a su candidata, y el mejor momento que te regala esa noche pase lo que pase, escuchar la voz del presentador, que te nombra y como se te pone la piel de gallina al pisar la alfombra de la Fonteta, mientras buscas con la mirada tu Comisión y, todo ello, sin poder dejar de sonreír por estar cumpliendo un sueño. Sin duda, es algo inenarrable que vuelve a dejarme escapar una lágrima imposible de controlar.

Ahora sé que para ellas ha llegado el momento, mientras todas juntas permanecen nerviosas en el “backstage”, impacientes por saber quiénes van a ser las afortunadas del secreto mejor guardado de la noche. Primero las niñas, y como con cada una de las candidatas que salen elegidas, parece que la tribuna de la Fonteta se vaya a hundir por la emoción de su comisión, ahora llega el turno de las mayores y pienso ojalá ese instante sea tan especial como lo fue para mí, en el que todas cogidas de la mano, aplaudíamos y felicitábamos a las compañeras que salían elegidas para al final fundirnos todas en un abrazo sincero con la intención de celebrar todo lo vivido, juntas y de verdad.

Por fin, el veredicto ha puesto los puntos sobre las íes. Han sido elegidas las 13 niñas y 13 señoritas que van a representarnos las próximas Fallas, y seguro que las candidatas que no han tenido la misma suerte sienten el orgullo, la alegría y la complicidad con sus compañeras, a pesar de no haber sido ellas las elegidas. Además, estoy convencida, que cada vez que se vean en un acto o crucen sus miradas, van a recordar que ellas también estuvieron allí, que fueron muy felices al compartir ese instante único y el resto de momentos, que sólo ellas tuvieron el privilegio de vivir junto a sus compañeras, gracias a que el destino así lo quiso, en el Pabellón de los Sueños, nuestra Fonteta. Y, hoy, desde otra óptica, lo he disfrutado con la misma pasión que cuando era infantil. Sin duda y, de nuevo, ha sido una experiencia vital irrepetible que jamás olvidaré.